Me encanta ver detenidamente a Omar caminando en bóxer –apretaditos como me gustan- por su departamento, el tiempo pasa tan rápido que solo veo como las cosas van llegando a formar parte de lo que será en algún tiempo mi hogar. Los detalles son impresionantes, él ha decidido poner incienso para procurar el ambiente, mientras tararea alguna rola y de pronto nuestras miradas coinciden con sonrisas. Cuanto le quiero, le admiro, le idolatro, le amo.
Yo mientras como de costumbre me apego a las nuevas tecnologías y redes sociales puedo verle tomar su guitarra para dedicarme alguna nueva canción para mi gusto y como dice “los miedos se han ido”. Porque iniciar una relación como lo hicimos nosotros no es fácil, no había te amos, ni promesas de un parasiempre solo el deseo de dos extraños que no salían de confusiones y de esperas, y que pensaban más que lo que sentían y porque no, que se deseaban.
La razón empezó lo que el corazón con el paso del tiempo convertiría en un sentimiento, por eso me encanta verle caminar por ahí porque somos tan diferentes que nos complementamos, porque no había nada de que decepcionarse al inicio de la relación, nada de superponer una idea sobre una realidad.
Por eso tirada en esta cama le veo y ahora puedo decir que verdaderamente le amo, a ese hombre que se acostará a mi lada para decirme” buenas noches mi vida, te amo”.
