A mi lector

La vida cotidiana esta llena de personas con dobles identidades, y un día de desahogo sentimental decidí crear este blog con el fin de darle voz a mi cerebro, donde mis mas bajas pasiones, mis intentos de asecinato social y mi manera de pensar bajo los efectos de ocio; forman reconditas ideas. Te invito a sentir lo que yo, a odiar conmigo y a... ¡Bueno a la Chingada! solo lee si quieres ok?

sábado, 21 de julio de 2012

Que triste

Qué triste va ser cuando nos dejemos libres y esperes con ansias el momento de verme ir con otro, de gritar “¡te lo dije, yo lo sabia tienes a otro!” y yo caminé en directo a la soledad. Porque si esto no funciona contigo, el único a quien le entregue mi corazón por completo, no tengo la intención de buscar algo más doloroso con alguien más.
Qué triste va ser cuando te des cuenta que yo te amo, aunque sea a mi tosca manera y no como tú lo quieres, yo ya no tenga la intención de seguirte amando. No tenga la intención de amar a nadie en absoluto porque empiezo a creer que esto del amor es un castigo divino, sufrir solo por sospechas absurdas y malos fundamentos. Porque yo te hice así ¿y tu como me has hecho? Tal vez fría y sintiéndome apresada en una relación que no es bonita cuando se llenan de reclamos de porque no dije lo que querías o porque me voltee cuando no debía.
Qué triste pero hoy parece tan inevitable, creo que si tu no me amas como soy nadie lo hará, maldito el momento en el que soy como soy y a la gente no le gusta. Y que si me tiran la onda, yo solo tengo ojos para tu y cuando los deje de tener no serán para nadie más. Simplemente no serán.

El corazón esta roto

Siempre te he gustado a media, como bicicleta vieja que es genial con unos arreglos. Que si te enderezamos tantito, que si comes con la boca cerrada, que sin maquillaje o que con él. Que el cabello planchado es mejor. Que mi ropa y mis mundos eran aburridos. Que como doy lata con los perros, con el Tarumba y con mis grupos. Que si cambio con cada trabajo y que mis nuevos amigos me tiran la onda.
Despertar todos los días a mejorar cada detalle es doloroso, pero no tanto comparado con que al final nada de lo que haga valga la pena, tu quieres una Fercha a medias, o quieres una Fercha solo para ti. Me hablas de tu corazón y no quiero hacerle daño, el mío hace tiempo que se rompió y cuando quiero reconstruirlo con las cosas buenas que tú me das, lo vuelves a romper. Este futuro juntos cada vez se ve más alejado y siempre es mi culpa, siempre tengo que ser yo la que este con la guardia levantada por cada ser humano que llega a mi vida y todo porque te gusta Fercha con las mejoras que tu le hiciste.
Si no te gusta lo que digo, mis amigos, como me arreglo, lo que hago ¿entonces qué fregados te gusta de mi?

martes, 17 de julio de 2012

El dolor de dejar atrás el sueño


Dejar atrás, dejarlos atrás, dejarte atrás; fingir que no paso, que estos meses son en principio de todo un sueño o pesadilla del cual estoy a punto de despertar, y soy consciente de ello. Despertar de los abrazos y las amistades de rincón, de las risas y las comidas, de los desvelos y las charlas, de las complicidades de un momento, que hoy están en el pasado.


Siento, me siento y lo siento todo como ese instante que quieres detener y sujetar para que nunca se vaya. Como cuando terminaba con alguien y me marchaba gritándole por dentro “¡regresa!, ¡sujétate a mí!, ¡quédate conmigo!” me siento de nueva cuenta vacía y me devoro la vida de un bocado, queriendo regurgitarlo todo en pequeñas dosis.


De nuevo depresiva quiero dormirme para encontrar en mis sueños eso que siento perdido, eso que está por terminar y que no volverá a repetirse jamás.  ¡Ah la gente tan loca como yo con la cual no podre compartir nunca un manicomio! Soy caníbal de los recuerdos, de los lentes, de las canas, de los lados femeninos y masculinos, de los bailes, de los alcoholes tomados y las malas canciones, pedacito de toso y cada uno de ellos, los recuerdos, porque al final que importa si existieron o no, son ahora recuerdos.


Tristeza convertida en necesidad. De nueva cuenta quiero vomitar, he comido y llegado al mismo punto depresivo y obsesivo de olvidarme de todo. De volver a mi mundo perfecto, a los lugares pertinentes y a las buenas costumbres. Hoy sé a dónde me dirijo y que no será nunca aquí. Hoy quiero llorar al cortar el cordón del recuerdo, llorarlo como Oliverio Girondo quiere que se llore y llorarlo solo una vez y nada más.