La gente que no cambia, los lugares que el tiempo no toca, el siglo XVIII aún precede lugares que conozco; sueño con volar de aquí, con viajar hacia donde las alas de este pajarillo se despliegan sin prisa, donde sonreír no es una obligación sino un gusto, donde la vida me sonríe por ser yo.
Quiero fotografiarme en las tardes de mi pueblo, dopado de canticos navideños, repleto de canciones del siglo pasado, de gente que me hace feliz. No pensé que amar me dejaría estancada en las barras de una cárcel de cristal.
Quiero viajar una vez más a ese lugar para poder despedirme de una vez por todas, para quererme una vez más teniendo la conciencia de que no regresare jamás a vivir ahí. Quiero cafés frente a catedral, quiero los teatros callejeros y los recuerditos de Rangel Hidalgo. Los libros regalados en las calles y las panaderías que llevan siglos. Lo sé, hace tiempo que me di cuenta que muero desesperadamente por volver a Colima, una vez más.