Perversiones cómplices que forman remembranzas picaras en mi habitación. Recuerdos mojados y calientes, pervertidas anécdotas lubricadas dirigidas en tono personal al hombre que me hace mujer. Recuerdos que se hacen realidad a partir de las seis de la tarde y que forman fantasías animadas y personajes disfrazados al antojo del espectador.
Deseosa de mi hombre, único de la especie que puede producir verdaderos orgasmos eyacutarios femeninos que inundan la habitación del hotel donde los gritos de éxtasis son llaman a callar y nos coloca en un pervertido intento de violación permitida.
Dios Bendiga la eyaculación femenina que sí existe!