Hoy quiero ruido, quiero golpes en las paredes y a los espíritus acosándome. Quiero notarlos, hoy quiero que los fantasmas entren de nueva cuenta en los cuerpos y que se apoderen de mi mente, la santidad no fue hecha para mí y creo que la virginidad en una mierda.
Grítame hasta el cansancio, deshaz tus instintos de furia, la necrofilia forma parte de los grupos de mis nuevos placeres; las ostias y el vino se derramarán nuevamente por el ara y los seminaristas me desearán de nueva cuenta, el pasado no me dejará ir y las bestias recobrarán su fuerza.
Eres mejor que un virgen indefenso en mi cama, tan codiciado como el hombre maduro que no puede con la fuerza de mis muslos, como la bestia que se vuelve cachorro ante mis pies lamiéndolos hasta el cansancio, eres ése que me desea y que solo eso puede hacer, desearme.
La leyenda dice que son pocos los que penetran en mi corazón y muchos los que penetran mi carne. Al final de cuentas cuantos no han implorado mi regreso y suplicado por la última noche pasional, cuantos se han quedado esperándome hasta el siguiente invierno y rogándole al cielo una señal para ver mi silueta en sus cuartos azules.
Las luces de neón reclaman mi regreso desnudo en esos bailes, la poderosa ráfaga de mi celo los vuelve lobos y corderos, puedo sentir la gran cantidad de masturbaciones provocadas en mi nombre como en una especie de culto a mi persona.
El caos y las tinieblas comenzaron de nuevo pero no en alguna cama conocida, ni con los lobos de siempre, ni con los que alguna vez ame, comenzaron con la nueva víctima de seducción que a su vez me ha seducido a un punto sin retorno, ese punto… el amor.
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