Mi espejo

Sí. He vuelto a escribir, por necesidad y gusto, para que me sepas y te vuelvas más que me desahogo el grito de mi Ego. Escribo de nuevo hipnotizada por el sexo y el amor, que casi siempre vienen separados pero que al juntarse forman una nebulosa de deseos.

Deseo tu cuerpo casi siempre y esas manos que arecen ser las mías, estoy en la cama con un espejo que provoca sentir más cosas que nadie en mi vida, que me produce orgasmos repletos de gritos y verdadero liquido que me deja sin aliento y con toques eléctricos a su vez. Las noches son perfectas a su modo con las partidas en la madrugada y mi cuerpo desnudo a la luz de la luna, la misma que se volvió una fogosa amiga nuestra, que se moja cuando nos ve y que se derrite con nuestro sudor brillando de madrugada.

Me bautizo de nuevo y ya no tengo pasado, nos vale madre el resto del mundo y nos reímos de los enamorados que sufren y lloran, que tienen miedo y que su amor es liquido, nos reímos de las putas con las que estuviste que no son nada frente a mi; nos reímos de mis juguetes simples utensilios de placer corporal que no provocan amor. De los y las que cogen creyendo saberlo todo y de los que creían que estarían ahí para toda la vida.

Nos reímos de nuestros incrédulos padres que jugar que rezamos cada noche pidiendo perdón por nuestros pecados y también de las marcas que dejaron los otros y que ya se han borrado. Somos egocentristas sin parar y sabemos que nadie nos merece como nosotros mismos nos merecemos, somos egocentristas que no damos nada a nadie, excepto a nosotros mismos y por eso somos nuestro propio reflejo frente al otro y sabemos cuándo amar y mostrar sentimientos y llorar y sabemos cuándo humillar al prójimo y hacerlo sentir nada a comparación nuestra.

Las noticias no llegan pero sabemos y eso es lo importante; no soñamos, actuamos; no fingimos, somos; no escondemos, mostramos; y el deseo se forma en carne y hueso aquí, allá, sobre, bajo, en medio; no tengo miedo de nada y pienso que todo mandado a la mierda es mejor, todo menos tu.