Nunca pensé vestirme de blanco para mi propia boda, amaba la
idea de recorrer la cama de los elegidos del tope al final y con una habilidad
de dama del trapecio. Con gusto organizaba mis horarios para que ninguno de mis
amantes se conocieras entre ellos, pero todos sabían que había más que uno. Los
recuerdos hacen presencia con las canciones de mi gran amigo Franco Narro, que
hace tres años publicaba en sus canciones que jamás habría ni un anillo ni un
vestido y hoy descubro que mi trovador favorito se ha casado. Que jodido ver
que todos dejamos de nadar contra la corriente y nos volvemos parte de la
marea. Solo espero que nadie pierda su esencia, aunque no lo dudaría ni un
poco. ¡Salud por la vida que se nos va de las manos!
Un regreso poco esperado
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario