-Como pueden observar el corazón de la paciente aún palpita,
pero está muerto- dijo el doctor a sus colegas –esto es sin duda un milagro de
la medicina moderna.
El corazón del que hablaban era el de María Clara, una joven
que había sido paciente desde hace ya 8 años. Los síntomas comenzaron tras el
primer gran rompimiento emocional de María Clara; se había enamorado terriblemente
de un joven buen moso que no le correspondía y tras noches de agonía y de
dolores en el pecho acudió al mismo medico que hablaba en el párrafo anterior
con sus colegas.
-María Clara es imprescindible que dado tus problemas emocionales
procures no enamorarte nuevamente, puesto que con cada desilusión tu corazón se
va rompiendo literalmente y un día de estos te vas a quedar sin él. – pero María
Clara por más esfuerzos que hizo no pudo evitarlo, se enamoro muchas veces más.
La lista de amores abarcaba trovadores, bohemios, arquitectos, magos,
escritores, políticos y demás. Y las citas al doctor fueron más constantes.
Para contrarrestar los síntomas el doctor le pidió a María
Clara que sentara cabeza con alguien bueno del cual ella no estuviera enamorada,
así mientras se iba recurando su corazón no sentiría dolor alguno. En sí, la decisión
no fue difícil puesto que el corazón de María Clara solo funcionaba en un 30%
para ese entonces y ella pensaba de manera fría y calculadora. Habían pasado 8
años desde el primer desamor y las actitudes de María Clara eran notoriamente egocentristas
y calculadoras, ya no era aquella niña que sin duda amaba más de lo que
pensaba.
El tratamiento comenzó a funcionar muy bien y a medida que
esto sucedía María Clara sonreía y lloraba de nuevo, pensaba en su vida y el
amor. Resignada a que era por su propio bienestar prosiguió con aquel buen
hombre a quien no amaba y fueron, dentro de la realidad, muy felices.
Acercándose diciembre ocurrió el infortunio de volver a ver,
sin querer, a su primer desamor; después de una breve platica María Clara
estaba extasiada, había olvidado que era enamorarse y por ello no pudo frenar
sus sentimientos, su corazón constante y cansado palpitaba rápidamente, aquel
hombre le deseaba y si pensarlo María Clara se entrego a una noche sin retorno
en los brazos de ese que años atrás habían comenzado el rompimiento constante
del corazón de María Clara.
A la mañana siguiente María Clara despertó sola, él se había
marchado dejando solo una carta breve donde explicaba que no podía volverla a
ver más. Mientras leía la carta María Clara lloraba amargamente, y de repente
un dolor en su pecho la detuvo, era insoportable, como jamás lo había sentido,
no podía levantarse del piso, María Clara agonizaba, sin poder respirar
siquiera miraba hacia la nada con desesperación y se apretaba el pecho. Dentro de
sí misma podía sentir como poco a poco el corazón de desquebrajaba y dolía,
como cuando llega la muerte. Increíblemente las lágrimas y el dolor pasaron y
María Clara pudo al fin levantarse, pero ya no era la misma, sabía que ya no
amaba a nadie ni a nada.
A partir de ese día caminaba en la calle con los ojos hundidos,
no reía ante un evento cómico, ni se inmutaba con las películas románticas de
la televisión, el único sentimiento que le había sobrevivido en el cuerpo era
el agradecimiento mismo que le ayudo a vivir en paz con el hombre que no amaba
por el resto de su vida. María Clara fue un milagro medico, y por eso la gente
de ciencia permanecía asombrada. María Clara simplemente continuaba su vida.
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