Rituales clandestinos de la noche en la habitación, roses
seductores y salvajes y de pronto el rapto del ser que produce eyaculaciones y
gritos por doquier. Quiero parar, detenerme, detenerlos pero no puedo, el
placer no me deja. La sangre comienza a salir por entre las venas, las mordidas
han alcanzado su mayor muestra y relamo las heridas con gusto culposo. Como me
gusta la sangre y las copas están llenas hasta el tope, es como una adicción
como algo que no se puede evitar. Mitad vampiros de la noche y los rituales son
cada vez más peligrosos y vivaces. No he salido de la habitación desde hace
tres días y los ojos no pueden ver la luz en directo a las tres de la tarde, el
feroz sol me molesta. Esperare la noche para salir o esperarte en la cama con
el cuchillo listo y las ganas de domarte o dejarme domar. Las vampiresas
llegamos a un punto sin retorno. Ante del ojos del mundo no se imaginan la saga
de maldad que hay en nuestra habitación. ¡Salud!
Un regreso poco esperado
Hace 11 años
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