Maldita paraplejia del ser, pues no caminas ni te mueves a voluntad;
tus ojos y tus sueños direccionados por lo que la vil sociedad quiere y la
realidad no es más aquella idea de lo que amaste. Lo único que realmente es
realidad son los orgasmos y las manchas de guerras entre sabanas. No hay nada
más real que el sexo, los gritos y las eyaculaciones.
Sabes; aunque no quieras saberlo; que tienes ganas, que
quieres coger o que no quieres y punto. Esta parte antropológica que nos sigue
motivando a volver a nuestros orígenes debería ser la que nos mueva en cada una
de nuestras acciones en la vida. Decir con un grito si queremos ese trabajo o
esa casa, porque de lo contrario que jodida la vida de aquellos que
calendarizan el sexo y las ganas a los espacios que ajustan entre el desayuno y
la cena.
Maldita sociedad que nos envuelve en costumbres ortodoxas y
poco viscerales, con el paso del tiempo me pierdo en el recuerdo de lo que
alguna vez fue y de lo que soy ahora, envilezco con el cigarro en la mano
cuando mi vida, aun en contra de mi voluntad, se vuelve socialmente aceptable.Espero
no despertar una mañana y decir “el coito es indecente, jamás lo volveré a
efectuar” ese día alguien por favor ¡máteme!
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