La realidad se estrella en tu cara y se rompe en mil pedazos
que caen el piso desangrándote cada que los pisas. Mi realidad esta bajo mi
pies y no quiero verla, es incluso mas dolorosa que pisar esos trozos de
realidad y desangrarme cuando camino sobre de ellos.
La realidad es el antídoto al veneno que coloco a diarias
porciones en mi comida y que prefiero comer porque el veneno es mucho más fácil
de ingerir que un bonche de realidad pura. Aunque con el tiempo me muera y mi
ser interior se deteriore no quiero el antídoto de la realidad.
La realidad es esa casa de espantos en la feria local que
sabemos que no da miedo y que una vez pasada dejará de provocarme miedos al
pasarle de lado, pero no quiero entrar ni sola ni acompañada y me quedo fingiendo
que no me asusta, que sé todo lo que ahí sucede y fingir que son niñerías y
justificar con eso que no entraré cuando en el fondo, sin importar la edad no
entre y siga pasándole de lado con la vista en los pies y temerosa.
La realidad así como el amor duelen, te atosiga y está ahí por
siempre para recordarte lo cobarde que haz sido, para decirte que las
decisiones que has tomado no son las correctas sino las que tú crees que son. Así
como hombres luchas por causas perdidas, por justificaciones mediocres y por
creencias que no valen la pena. Yo también quiero caminar por este sendero y
justificar mi mediocridad y drogándome ante la realidad porque no puedo con
ella.
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