Te lo perdono todo, las falsas
esperanzas del pasado, los pretextos, mis calificaciones, los ritos, la pizza
helada y el vino tinto caliente. Te perdono las esperas del pasado, las
lagrimas a las tres de la mañana afuera de tu departamento.
Te perdono que no me valorarás, o
que a tus ojos solo fuera una niña que cogía demasiado bien. Te perdono incluso
la realidad de que nunca coincidimos, los logros que creimos tener y la
frialdad con la que salí de aquella relación para entrar al mundo. Las
injusticias del tiempo y esos ojos verdes. Te perdono el secreto y la burla de
lo que fui. Te perdono incluso que me perdonarás cuando yo jamás me pude
perdonar.
Los que no te perdono es que te
robes mis gustos, mis chistes, mi música y mi sarcasmo social, porque esos
siempre fueron un poco diferentes entre nosotros, pero mi música ¡mi música! ¡¡¡Eso
es mio!!! ¡¡¡Y solo mio!!! Eso no te lo perdono.
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