A mi lector

La vida cotidiana esta llena de personas con dobles identidades, y un día de desahogo sentimental decidí crear este blog con el fin de darle voz a mi cerebro, donde mis mas bajas pasiones, mis intentos de asecinato social y mi manera de pensar bajo los efectos de ocio; forman reconditas ideas. Te invito a sentir lo que yo, a odiar conmigo y a... ¡Bueno a la Chingada! solo lee si quieres ok?

martes, 29 de diciembre de 2009

Aquí perdiste la batalla Tiempo

Aquí perdiste la batalla Tiempo, aquí las cosas son más lentas. La música, las amistades, las casas y los arboles tienen un olor a viejo, un olor a costa y a frutos; pareciese como si todo ha salido de cuentos antiguos y vivimos pensando que tenemos vidas que no son las nuestras.

Aquí yo no soy yo ¿o cuando estoy allá es cuando no soy yo?, no lo sé. Lo que se que las mañanas son mas azules y más cálidas, que las comidas tienen más sabor y un simple café puede tener tan diversos aromas, veces a vainilla o canela; aquí se me olvidan los precios de los limones, los mangos y los cocos. Solo tengo que estirar la mano para tenerlos.

Aquí Filio toma presencia, y Sabina se guarda en el baúl de las cosas que son estrictamente para Guadalajara. Los libros se tornan esenciales para pasar la tarde tirada en un sillón de la casa y sin moverme en horas, Alana siempre está conmigo, ella también se tira a soñar en alguno de los sillones que quedan libres y ahí cierra los ojos al mundo y comienza a soñar con lo sé qué cosas.

Me gusta dejar de leer para verla, es tan pequeña, me da la impresión de ser tan frágil que por un instante olvido que muerde si se molesta conmigo. Me levanto por momentos para besarla, le acaricio las patas y la cabeza y de momento y sin darme cuenta susurro alguna canción de cuna, no me gusta que le hagan ruido al dormir y por eso las tardes son tan calladas en mi casa.

Me gusta estar aquí porque la familia está más cerca, ayer vinieron mis pequeñas sobrinas; la más pequeña se llama Romina y tienen el cabello rojo y revoltoso como rayos de fuego; me gusta como sonríe como si nada le preocupase; aquí nadie se preocupa de nada y ella estoy segura que tampoco lo hará.

Nos reímos de la muerte, de los vicios, de la mala suerte; tal vez por eso nunca nos pasa algo tan grave. Aquí la muerte se lleva a los ancianos y a los jóvenes que no disfrutan la vida, porque esos ya no son felices. A los demás solo les da escarmientos y los asusta, pero no nos hace nada.
¿Qué edad tengo? No lo sé, aquí no se sabe la edad de la gente, se intenta saber por la cantidad mas-menos de arrugas y/o sonrisas que proyectes; es así como los padres pueden ser más jóvenes que los hijos y yo podré celebrar mis 10 años la siguiente semana, aunque fuera de aquí todo se limite a lo que dice una acta de nacimiento.

Por eso te digo amigo Tiempo, que aquí perdiste, porque no importas realmente, porque no me preocupa saber a qué hora se tiene uno que levantar y a qué hora se tiene uno que dormir. Porque yo despierto con los llantos de Alana y me puedo dormir tres o cuatro veces en un día y si de madrugada quiero escribir, o leer, o beber un café no me limitan las horas. Aquí un día puede tener treinta y seis o doce horas, porque sabemos que podríamos ser parte de cualquier cuento de Cortázar o salir de la imaginación de alguien como yo.

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