La princesa despertó de su sueño, tenia frio y temblaba por la fiebre, sus ojos lloraban desconsoladamente, las sabanas revueltas porque la lucha había terminado y por fin despertó de ese mal sueño, la pesadilla había terminado y por fin estaba en su realidad.
Su príncipe seguía intacto y la esperaba afuera del balcón con rosas y besos, el sol brillaba con la intensidad de mil soles y su cuarto era el de una muñequita. Bajó las escaleras corriendo, le dio un beso a su mascota y a sus padres, salió y su príncipe estaba sonriendo ahí afuera, lo abrazo y beso fuertemente, las rosas que tanto quería estaban en las manos de él y nadie jamás lo separaría jamás, esta vez estarían juntos hasta el fin del mundo, nadie podría con ese amor y el mundo los admiraba por tanto amor y les aplaudía.
El mundo era perfecto y ella no pudo cerrar los ojos por tanta felicidad, al abrirlos todo estaba oscuro, ella estaba en su cama sola a media noche, las sabanas revueltas y los cuadros rotos, no tenía ni mascota, ni padres y su príncipe se había marchado para no regresar jamás, ella estaba sola y aunque intento cerrar los ojos para regresar noto que esa era la realidad y el sueño había terminado, bienvenida a la realidad de la princesita, pero la princesa no estaba del todo sola algo parecía crecer dentro de ella y por eso, ella no tenía a nadie a su alrededor.
Cerró los ojos e intento seguir soñando porque tiene miedo de estar sola con ese alguien que crece dentro y que la aterra.
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