Podría decirse que me gusto. Tenía la boca de Filio, las manos de Silvio y las canciones de Sabina y tal vez por eso me gusto, además de ese pelo negro y ondulado largo hasta casi los hombros, las argollas en su oído izquierdo hacías mas excitante los movimientos de sus entonadas canciones; dime de donde saliste chico con aspecto Carrasqueño eres la mezcla de los hombres que me fascinan, endiosas la habitación con los tonos que salen de esa guitarra y que se dejan conducir por esas manos flacas casi huesudas que tienen los anillos más grandes que las manos.
De pronto cantas y sonríes y magnéticamente me sonrió contigo, quiero conocerte trovador clandestino de botas cafés de marca y de camisa rosa manga larga, sonrisa española y ojos cafés; ¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Por qué mueres? Sé que no tuve tiempo de preguntarte, ni me inmute por hacerlo, a decir verdad tanta belleza no fue tanta para lograr que mi pies fueran por tus pasos y te asecharán con preguntas.
Oye trovador ¿Qué edad tienes? Viéndote bien y con el paso del pulque puedo notar que eres muy joven, ¿Qué será? Creo que tienen mi edad o dos años más, qué más da y prefiero entonar los versos de Juan a favor de la virilidad de los hombres de treinta “los hombres de treinta deben competir con la promiscuidad de los pubertos jóvenes de 20 alegando experiencia y fingiendo gran agilidad física; es por ello que somos fieles, porque si somos infieles no podemos cumplir” y regreso y te veo, sí eres un niño ¡pero por Dios! que bien te verás cuando cumplas los 30.
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